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Profesores/as de la Banda Municipal
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Beatriz Ortiz Nuín

CLARINETE

Beatriz Ortiz Nuín EN CLAVE DE SOL   Enero 2010
Dice el refrán que "honra merece quien a los suyos se parece". A Beatriz Ortiz (Basauri, 1972) el refranero se le ajusta como un guante. Heredera de una gran tradición familiar, esta clarinetista, una de las once con que cuenta la Banda Municipal de Música de Bilbao, no puede disimular el orgullo que siente por haber encontrado en la agrupación -a la que está vinculada desde que tenía 16 años- un trabajo que no sólo le ha recompensado de años de sacrificios como estudiante, sino que además le permitió compartir con su padre y sus tíos la devoción por la música: "ser compañeros e ir juntos a trabajar". Porque, como ella, a la Banda pertenecieron su padre, Carmelo Ortiz Sansegundo, y sus tíos Ángel (que fue Subdirector), Alberto y José.
Pese a respirar en casa aquella afición por la música, la vocación nació fuera del hogar. "Una amiga empezó a dar clases con una profesora particular cuando teníamos nueve años y yo les dije a mis padres que a mí también me apetecía", recuerda. Como era de esperar, sus padres acogieron encantados la idea, aunque reorientaron un poco aquella primera vocación (estudiar piano) para dirigirla hacia "un instrumento de banda que quizá tuviera más salidas profesionales", explica Beatriz.
Desde los diez años y hasta sexto de clarinete estudió con sus tíos. Primero con José, quien no desistió nunca pese a no poder hacer demasiada carrera con aquella niña que aún no ponía demasiado interés en sus estudios musicales. "Como los dedos no me llegaban tenía un requinto en vez de un clarinete y a mí aquel instrumento no me gustaba, me aburría. Así que lo cogía y lo dejaba sin demasiado fundamento, y mi tío, como era tan buena persona, tampoco intentaba obligarme", recuerda. Después, a partir de los trece años y con las ideas más claras, le llegó el turno al tío Alberto, profesor del Conservatorio de Galdakao, quien supo imponer disciplina a una alumna ya mucho más centrada. "Empezó a atraerme más ver a mi padre -por entonces director de la Banda de Erandio- y a mis tíos cuando venían a tocar a las fiestas de Basauri. Me sentía muy orgullosa de ellos", subraya.
A los 16 ganó la beca que le permitió ingresar en la Banda bilbaína, a la que "tenía clarísimo" que quería pertenecer desde que cursó tercero de instrumento: "sabía muy bien qué quería ser en la vida, a lo que me quería dedicar". Esa determinación le ayudó a madurar, porque "a veces tenías la sensación de que no llegabas a todo; tenías que trabajar y ensayar en la Banda, sacar el Bachiller y luego COU, además del Conservatorio", recuerda de aquellos ajetreados días. En el Conservatorio bilbaíno estudió con el profesor Jesús Serrano, después opositó a Escuela de Música de Vitoria, de donde pasó a la Banda de la capital gasteiztarra en la que estuvo un par de años. Todo ello alternado con impartir clases en las Escuelas de Música de Durango, Bilbao o Mungia y sin perder las ganas de seguir aprendiendo ya no sólo clarinete, sino también piano y contrapunto. Marchó a Burdeos a perfeccionar sus estudios con Yves Didier y Richard Rimbert, y realizó cursillos, entre otros, con José Luis Estellés.
De todo este periplo volvió con una idea muy clara: "me siento una persona muy afortunada de poder trabajar en BilbaoMusika y en la Banda Municipal de Bilbao. Es un sueño que he tenido desde muy jovencita y que hoy veo cumplido". Además -recalca-, hemos pasado una etapa de transición; ésta ya no es la Banda que tocaba con frío en El Arenal. El Euskalduna nos permite hacer conciertos de más calidad. El ambiente de trabajo es bueno y la respuesta del público recompensa tanto esfuerzo. Yo disfruto yendo a trabajar cada día. Haber estudiado una carrera y poder dedicarte a ella y demostrar ante el público lo que te has esforzado es maravilloso"