Colaboraciones
Profesores/as de la Banda Municipal
Directores/as, Solistas, Agrupaciones
Ainhoa González Domínguez
CLARINETE
EN CLAVE DE SOL Enero 2013
La ugaotarra Ainhoa González toca hoy en la Banda el mismo instrumento que antes tocara su aita, Pedro González Ugarte, tanto en la Banda Municipal de Bilbao (donde fue solista) como en la Orquesta Sinfónica de Bilbao. Ainhoa, uno de los once clarinetes con que cuenta la agrupación, no ha heredado el puesto (que ese hay que ganárselo a pulso), pero sí el talento y el esfuerzo.
"Empecé mis primeras clases de solfeo, que ahora es lenguaje musical, con ocho años. En casa llevaba toda la vida escuchando música y en aquellas clases me parecía interesante ir descubriendo en qué consistía realmente: medir la duración de las notas, la altura...", recuerda Ainhoa. Pese a que la inclinación musical era incuestionable, lo que no estuvo tan claro a tan temprana edad era qué instrumento sería la especialidad de la pequeña.
"En principio la idea era aprender a tocar el violoncello e incluso estuve matriculada en el Conservatorio de Bilbao. Pero el horario que me ofrecieron no era compatible con mis estudios de aquel entonces y tuve que rechazar la posibilidad. Entre tanto, un día, mi padre me dijo que probara con el clarinete; quedó gratamente sorprendido por la facilidad con la que lo hice sonar y creo que en ese momento se decidió mi destino profesional", bromea Ainhoa para explicar cómo escogió especialidad, aunque la verdad es que "su destino profesional" fue sellado un poco más tarde, cuando, siendo becaria, quedó "maravillada" por el trabajo que realizaban los maestros de la Banda bilbaína y porque una agrupación de este nivel "te ofrece cada día la oportunidad de superarte". "La idea de dedicarme a la música empezó a tomar cuerpo cuando tenía 17 años, pero entonces tenía también otras inquietudes y, de hecho, me diplomé también en Empresariales mientras continuaba con mi carrera de música. Pero con la beca tuve un obetivo y una motivación clara; convertirme en una profesional de dicha agrupación".
Compaginar las clases de música, con la Universidad y la beca en la Banda fue "muy duro". "Fue una época de mucho sacrificio y mucho estrés, con ensayos diarios y conciertos todos los fines de semana. A las seis y media sonaba el despertador y muchos días no llegaba a casa hasta las diez y media de la noche. Me faltaban horas para poder hacer todo lo que quería", cuenta. De aquellos tiempos aún recuerda la satisfacción de "darse cuenta de lo que uno es capaz de hacer si se lo propone", aunque hubiera veces que le entraran ganas de "tirar la toalla". Por fortuna, "la familia animaba mucho" y hoy lo que queda de aquello es la sensación de haber acertado, de que "todo ha merecido la pena".
Ya han pasado quince años desde su ingreso en la Banda (22 si contamos el período de la beca) y quedan muy lejos las horas de clases con su propio padre y con maestros como Jesús Serrano, Enrique Pérez Piquer, Miguel Espejo, Yves Didier o Richard Rimbert, pero Ainhoa sigue emocionándose con la música, sigue feliz de trabajar en una agrupación "donde no hay un papel que no sea importante" y que cuenta con un "público fantástico y muy fiel que nos elige cada concierto con muy buen criterio".